Hace unas semanas, estando
navegando por mis redes sociales me topé con varias noticias que en su momento
me abrumaron o más bien me saturaron. Estas noticias eran sobre ciertos temas polémicos
y de esos que no sabes si meterte o mantenerte al margen para no causar más
revuelo o mitotes…
Uno de los temas era sobre el
amor y todo eso que tiene que ver con la diversidad que hoy en día está muy
presente. No pienso ahondar mucho en el tema pero lo menciono porque es
importante para todo lo demás que tengo que decir.
Me encontré con varios argumentos
y posturas, las cuales escuche y leí pero, aunque me vi tentada trate de no
hacer comentarios al respecto. Y no
porque no lo tuviera, si no porque no creí necesario implicarme en discusiones
sin rumbo cuando una de las partes no está dispuesta a tener la mente abierta
para escuchar puntos de vista diferente.
Tener mente abierta no es nada
más tener la apertura para hablar de sexo, drogas, vicios, fiesta… si no tener
la madurez para escuchar y participar en una discusión que enriquezca ambas
partes sin llegar a agresiones ni malos entendidos que terminen en peleas sin
motivo.
Es por esto que aun, a pesar de
tanto bombardeo sobre las “tendencias” esta vida moderna, yo aún no me he
metido en discusiones sin chiste ni rumbo.
Por que aunque me mantengo con
mente abierta para escuchar los argumentos sobre lo bueno y lo malo, sobre la
sexualidad, política y religión , tengo que mantenerme aun más serena para no explotar
(o implotar, según sea en caso) como un volcán escupiendo todo lo que realmente
me gustaría hacer entender a esas mentes aun cerradas ( y sin la más mínima
señal de dejar entrar un poquito de algo, lo que sea). Pero no pierdo la fe.
Mi cara cuando escucho y callo.
Hablar de Dios es un deporte de
extremo
Aparte de todo lo que ya mencione, sumarle hablar de religión puede ser una sentencia de muerte
socialmente hablando. Parece bastante raro encontrarte hoy en día con personas
interesadas en su religión (católica en este caso en específico), que además estén
interesadas en vivirla y sobre todo transmitirla.
Es tan raro, que cuando te
imaginas a una persona así, crees que será
un anticuado, persignado y sobre todo aburrido ser humano, que vive
metido en la iglesia, escuchando música “de esa” y viviendo sin conocer los “placeres
de la vida” (depende que sean para ti esos placeres) juzgando y condenando todo
a su alrededor.
Pero, ¿Qué pasa cuando nos encontramos
con seres perversos que solo ven “la paja en el ojo ajeno”, condenan a los
demás, los humillan y aun creen ser mejores personas que sus semejantes solo
por dar el diezmo en su iglesia?...
Pues, como que caemos en dos
estereotipos bastantes trillados verdad.
Pero bueno, para empezar estos
dos tipos de persona que acabo de describir pueden ser reales y tal vez te los
hayas cruzado alguna vez en tu vida. Sin embargo déjame decirte que existimos
muchas personas dentro del ámbito religioso (católico) que no encajamos en esos
perfiles. Por esto quiero pedir disculpas si es que te topaste con alguno de
estos perfiles, porque no representan el mensaje que Dios tiene para cada uno
de nosotros.
Cabe aclarar que no estoy
juzgando a nadie. Lo que si quiero es que comprendamos que por mucho tiempo se
nos ha inculcado la idea de un Dios así: castigador, vengativo, cruel… inalcanzable
tal vez… lejano ¿Cuántas veces no se nos dice que todo lo bueno y malo que nos
pasa es gracias a él? Para algunos esto puede ser causa de resentimiento hacia
Dios, por que obviamente nos acordamos más de lo malo que lo bueno, o más bien
es más fácil decir que es culpa de Dios que afrontarlo de la mano de él.
Estas ideas solo han distorsionado el verdadero mensaje que Dios
tiene para nosotros.
¿Cuál es ese mensaje?
El mensaje no es más que el amor.
Así tal cual, fácil y sencillo de leer: EL AMOR. Lo que es difícil es
comprenderlo y llevarlo a cabo, vivirlo de verdad.
Y con amor no me estoy refiriendo
a que salgamos y repartamos corazones, chocolates, besos y abrazos… no. El amor es mucho más, lo es todo. Existen
tipos de amor, lo se. Pero del que yo te hablo es del amor perfecto, el del
servicio a los demás.
¿QUE QUE?
Sí, el servicio a los demás. ¿Has oído la frase “haz el bien sin mirar a quien”? pues en eso se resume todo.
¿PERO CÓMO?
Pues así. Es muy fácil servir a
alguien que quieres, por quien sientes algo que te hace bien. También es fácil
ayudar a alguien que sabes que en un futuro te devolverá el favor y tal vez con
creces (pues obvio), porque a la larga te hará un bien. Pero, ¿te has puesto a
pensar en ayudar a esa persona que no te cae bien?
Imagínate sirviendo a alguien que
en su momento te hizo daño, te humilló, te rechazó… es muy difícil ¿verdad?...
pues ahí radica ese verdadero amor, el amor perfecto.
Y no, no estoy hablando de perder
la dignidad por hacerlo y mucho menos humillarte. Más bien se trata de dejar de
lado nuestros propios egos y ponernos en el lugar del otro. Se trata de
hacerlo, no por buscar un bien, si no por AMOR a Dios, a él nada más.
El día que entendamos que todos
nosotros formamos parte de él y somos uno mismo unidos a él, entenderemos como
el hacerle mal a quien sea, es hacerle mal a nosotros mismos y por supuesto a
Dios, nuestro creador.
Te invito a conocer más sobre
Dios, sobre la religión católica, y sobre todo acercarte a quien pueda ayudarte
con este tema. Recuerda que la biblia no es nada más un libro si no un conjunto de muchos libros que no
pueden ser leídos ni tomados textualmente sin conocer el
contexto en el que se escribió y su objetivo.
¿Por qué menciono esto? Por que
quiero que te acerques a Dios y los conozcas bien, pero así como yo quiero eso, hay que gente que
quiere lo contrario, y gusta de utilizar nuestros propios recursos para
confundirnos y alejarnos del verdadero mensaje de Dios para nosotros.
Porque tal vez desgraciadamente y
efectivamente hoy en día hablar de Dios, sea uno de los deportes más extremos,
pero vale la pena.
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