Esta semana casi me pasó el “nadie sabe lo que tiene hasta
que lo ve perdido” y todo por siempre querer o esperar algo de los demás, que
si no lo recibo, hago mi berrinche.
Muchas veces inconscientemente actuamos así. O al menos unos
cuantos, solemos guiarnos por ese patrón de conducta, que lo único que causa es
eso, terminar alejando o perdiendo personas importantes en tu vida por
pendejadas.
Es como creer que todo pasa por nosotros, y que si alguien
es nuestro amigo o amiga es por nuestro beneficio, que si tenemos una pareja es
porque nosotros lo necesitamos o queremos, que si nosotros extrañamos podemos
hablarle a nuestros padres, pero si ellos a nosotros, no “que hueva”…
Pero, ¿de quién será la culpa? ¿Por qué tendemos a creer que todo debe de
ser hacia nosotros y que si no lo es, somos víctimas, sufrimos, no acongojamos…
¿será eso el amor? ¿SERÁ ESO EL AMOR DE DIOS?... Pero a todo esto ¿Qué es el
amor? ¿Qué es amar?
No hay que reducirlo solamente a sexo, al “yo hago esto por
ti y me debes un favor”, ni al creer que los demás nos deben algo simplemente
por existir… no, no es eso. Estoy segura que no, es todavía más que eso y más grande aun.
Amar no es nomas un sentimiento, es actuar, es el no ser una
persona culera con los demás, es no joderte a ti mismo con pensamientos de lo
que hubiera sido o de lo que será mejor según nosotros creemos. Es aceptar la
voluntad de Dios, en nuestra vida… no el querer imponer siempre nuestra
voluntad, pensando o creyendo que es la que quiere Dios… ¿realmente creemos que
sabemos lo que es mejor para nosotros? ¿Basados
en qué?
Cuando dejamos de ver hacia nosotros mismos como si el mundo
nos debiera todo lo bueno y lo mejor para nosotros y vemos las necesidades de
quienes nos rodean y buscamos el bienestar en común, creo empezamos a darnos
cuenta o a darnos una idea de lo que es amar.
Siempre, querer interponer mi pensamiento, mi manera de ver las
cosas, lo que se, lo que creo saber… lo único que nos causa es ponernos una
especie de barrera o de venda en los ojos con la que no nos damos cuenta o no
queremos darnos cuenta de que lo único que eso causa es conflicto, es odio, es resentimiento…
y ¿para que?, lo importante no es que tanto sepamos ni que tan mejor nos
sentimos con respecto a otras personas, si al final todos somos humanos, somos
iguales: pensamos, lloramos, reímos, nos duelen las cosas, nos afectan como a
todos…
Tal vez no soy la persona indicada para decir todo esto,
porque definitivamente me falta mucho para llegar a ser una persona sin egoísmo
y sin soberbia, sin prejuicios… pero cada día es una oportunidad nueva para
trabajar en eso, para ir paso a paso dándome cuenta de mis errores, para dejar
de echarle la culpa a todo del porque me pasan las cosas o del porque me siento
de algún modo.
¿De verdad será culpa de mis semejantes el que me ponga de
malas? ¿será culpa del otro el que yo lo critique y lo juzgue? ¿No está en mí
el mejor ser comprensivos con el que sufre? ¿Con el que es de un modo?
Definitivamente, todos estamos llamados a ser mejores
personas y todos tenemos la oportunidad de cambiar y de dejar atrás hábitos y
costumbres de nuestra forma de ser. Si uno así lo quiere, puede cambiar y dejar
de decir “así soy y ya”…
Dejar de ver hacía nosotros mismos con autocompasión, para
vernos como realmente somos y de que manera contribuimos y ayudamos a nuestro
entorno para que sea mejor, para que en vez de pretender ser feliz, seamos
felices de verdad… ahí, es donde comenzamos
a sembrar el amor.
No te tiene que caer bien todo mundo, pero si te cae mal
¿será por ti o por esa persona?
No tienes que ir abrazando a todo mundo, pero si te nace
darle un abrazo a alguien que lo necesite ¿Por qué no lo hacemos?
No tienes que desquebrajar o fracturar una relación para que
te des cuenta del error que se ha cometido, aunque estamos a tiempo de mejorar
toda relación en nuestra vida… no esperemos a que haya una injuria para
cambiar, no dejes que el “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”
llegue, otra vez…
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